El abrazo que le debo a Julio

Cuando me dijeron que Julio García Luis había muerto, su corazón se había detenido horas antes. Mi primera reacción, muy absurda, fue responder: “No, no puede ser, porque yo lo vi ayer y estuvimos conversando”.

Incluso, mientras los pies me llevaban a la funeraria, mi cerebro repetía que habría alguna equivocación. Mi teoría establecía que con tantos sinvergüenzas en el mundo, no puede ser que las personas buenas mueran primero. No, Julio, el Dequi –como lo llamó un amigo en su crónica- debía estar vivo.

Sin embargo, la pizarra de Calzada y K anunciaba despiadadamente en letras blancas sobre fondo negro: 1er piso, sección K, Julio García Luis.

A él nunca lo tuve de profesor en un aula, no fue el Decano de mi Facultad ni me entregó el título de graduada de Periodismo. No hizo falta, en un diálogo con él aprendí tanto como en una clase.

El Julio García Luis que yo conocí detuvo su trabajo una mañana para calmar mi estrés. Ni siquiera respondió al teléfono durante el tiempo que estuvimos hablando sobre crónicas de remembranzas, estilo periodístico y Luis Sexto para mi tesis de diploma. Él creía que todas las personas éramos importantes y merecíamos su tiempo.

Por eso la última vez que lo vi quise abrazarlo, pero me contuve. El respeto pudo más que el cariño. No, mejor guardar mi atrevimiento para otra ocasión.

Un día después, frente a tanto mármol y flores, repasé sus consejos, sus gestos, la vez que pusimos la corona en el monumento a la batalla de Mal Tiempo…Y por primera vez me dolió retener un abrazo, aquel que quise darle horas antes.

Ese día, entre tanta gente, comprobé que se puede llorar mientras se entona el himno nacional, que los aplausos también sirven para decir adiós, que los hombres sí lloran, que cuando alguien bueno muere el día amanece nublado, y sobre todo, que no debemos guardar los abrazos para una próxima ocasión.

33 respuestas a “El abrazo que le debo a Julio

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  1. Esa una enseñanza muy buena esa de «que no debemos guardar los abrazos para una próxima ocasión». Abrazar y decir te quiero debemos hacerlo antes que sea demasiado tarde. Te quedó muy tierno.

  2. Yo no lo conocí personalmente. Solo a sus libros sobre periodismo que fueron solo «libros de texto», con los que, recuerdo, tuve algunas discrepancias pequeñitas, lo reconozco. En los últimos días han aparecido varios comentarios y crónicas obituarias. Lo normal, podría decir un indiferente. De todas esas muestras de cariño, admiración y respeto, la suya, Leydis, es la mejor: sobria, simple y sentida. Estoy seguro que a él le hubiese reconfortado mucho leer estas palabras, pero las paradojas del tiempo impiden que podamos ver nuestro propio cadáver. Es así, parece normal, es normal, pero es una mierda que el tiempo de los hombres sea eso, una línea larga, recta, sin retorno.

    1. Kyn, una de las cosas que más me impactó cuando estaba en la funeraria fue que al entrar a la primera persona que vi fue a la profe Miriam Rdguez Betancourt. Yo la quiero y la respeto mucho también, y al terminar de decirle la historia de mi abrazo perdido, ella se paró y me abrazó. Me dijo: dame el abrazo a mí, que de todas formas él sabía cuánto lo querías. Eso fue como abrir la llave de paso de mis lágrimas.

  3. Hola Leydi….esa visión tan personal distingue tu blog…Todos sentimos la pérdida del Decano…con él terminó una parte de la historia para los que estudiamos en Fcom…»nosotros, los de entonces definitivamente ya no somos los mismos»…Cuando tuve el honor de formar parte de la guardia de honor, junto al ataud, en la funeraria, no miré el rostro del profesor,,,prefiero recordarlo de las más disímiles maneras, nunca de esa…

    1. Sí, te vi en la guardia de honor. Yo tampoco miré dentro del ataúd, quería que el último recuerdo de él fuera de pie, respirando. Todavía me parece que no fue, que no pasó, que se menciona su nombre como un año antes, cuando se le entregó el premio nacional de Periodismo, no en una despedida de estas…es muy fuerte.

  4. Como siempre me conmoviste. Tuve el placer de estar, no en una conferencia, en un intercambio con él cuando estaba en primer año. Fue mágico, fue encantador, recuerdo como nos miraba a los los ojos y nos sonreía, como a los amigos de toda la vida, como movía las manos y las juntaba para hablar.
    Gracias por esta nota, gracias por ir… espero no guardes más abrazos

  5. Leydita, esta conexión mía está tan mala que no me deja ni pinchar «me gusta» a tu post… pero que sepas que me gusta, me gusta mucho.
    Al Dequi no lo tuve tampoco frente a un aula, ni conversamos jamás en la complicidad de un diálogo solo entre dos interlocutores. Una vez vino acá a Camagüey, a visitarnos la carrera recién estrenada, pero eso apenas lo recuerdo. Luego, dos años después, lo descubría al frente del evento de FELAFACS en La Habana, y tuvimos una pequeña seña de complicidad cuando con ayuda de una asistente del Palacio de las Convenciones le hice llegar una nota. Resulta que él hacía de moderador de la exposición de un supuestamente brillante comunicólogo que hablaba de que los periódicos ya habían muerto, que la internet era la única solución a los males del mundo, que con conectar a la web a los negritos de África se acababan sus problemas y yo le mandé pa allá una bomba al tipo que apenas llegó a las manos de Julio floreció en sonrisa cómplice. Levantó la vista y medio que me buscó en el escenario, pero luego otra joven levantó la mano e hizo audible mi protesta en letras y yo no tuve que hablar- por suerte, imaginas tener que pronunciarme ante tanta gente.
    La última de nuestras cercanías fue la más honda. Al emprender la realización de mi tesis, la suya de Doctorado me llegó como referencia de alumnos que le querían bien y me la bebí con mucho gusto. Encontré en sus análisis a un hombre polémico, buscador de esencias, brillante y comprometido con la verdad y la búsqueda constante. Tal vez sí lo conocí, tal vez sí hablamos de esta forma, a través de su obra que me ayudó a perfilar la mía. Por eso su muerte me toca de cerca, aunque tampoco hayamos estrechado un abrazo físico.

    1. Ah, Tata, es que he compartido contigo a un buen amigo. Una persona tan especial que el consuelo que me dio una amiga en la funeraria vino como consejo además: debes agradecerle a la vida por haberlo conocido.

  6. Leydi: No pudimos vernos en ese momento. Yo anduve como un zombí durante dos día. Apenas estuve un rato en la funeraria a primera hora. Muy crónica tu crónica. y sabes lo que quiero decir con clasificar tu texto con el mismo sustantivo. Te abrazo. y cuida esa sensibilidad.

    1. Lo imagino. Se nos fueron muchas lágrimas y suspiros en esos días. Gracias por la clasificación de crónica muy crónica…Nada más el detenerse a leerme es un orgullo grande para mí. Un abrazo de hija a padre. Se le quiere.

  7. He vuelto a llorar con tus palabras…..pero aún así, vale la pena recordar..y abrazar..siempre….
    por eso, un abrazo eterno para ti
    yo todavía tengo la crónica atragantada, no puedo pensar cuando me duele el pecho.
    cuidate
    elisa beatriz

    1. Sí, Elisa, es que cuesta mucho escribir las lágrimas. Pero las crónicas te salen bien, así que espero leerla. Eres de las personas que más me ha sorprendido, porque pese a las pocas veces que nos hemos visto, hemos congeniado tan bien que nunca me has dejado sola. Aquel viernes, sobre todo, fue muy duro. Te debo un post, y abrazos siempre.

  8. A Julio no le debía una abrazo, aun le debo las gracias. El Dequi, como le decían, me recibió en la Facultad de Periodismo de La Habana en enero de 2009, cuando muy atrevidos Tony y yo decidimos hacer nuestro trabajo de diploma sobre el discurso periodístico de Fidel Castro y para ello gran parte de nuestra investigación tuvo su sede en La Habana. Julio, nos recibió en su oficina aun con los maletines, nos brindó café, nos escuchó todo lo que quisimos contarle de nuestro proyecto, luego llamó a la beca de F y 3ra para explicar que dos estudiantes de Santiago de Cuba se alojarían ahí por el tiempo que fuera necesario y no fueron pocas las veces que invadimos su oficina, para entrevistarlo, pedirle libros o consultas, alguna opinión sobre el capítulo actual del trabajo porque como decías, una conversación con él era la clase de periodismo más importante del día… en fin, es mucho lo que le debo…y no estuve cerca cuando se fue. Su muerte me sorprendió como un golpe inesperado y aun estoy intentando aceptarla. Profe, donde quiera que esté, muchas gracias.

  9. Me he encontrado este articulo en la pagina de una amiga en facebook y la verdad es que es uno de los articulos mas lindos que he leido ultimamente! Desgraciadamente es una mala noticia y una perdida, pero tiene mucho contenido que nos hace reflexionar sobre los pasos y las decisiones que tomamos dia a dia sin saber que nos sucedera manana. Muy buen trabajo y considera que este Blog va a estar entre mis paginas marcadas, espero seguir poder seguir leyendo tan buenos articulos.

    1. Gracias, qué bien que me haya leído, y sobre todo, que regrese por la ruta de estas botellas. Esta particularmente es una crónica que nunca hubiese querido escribir, por lo cercana que nos llega esta pérdida. Un abrazo, ya no los ahorro…

  10. Yo tambien le debia un abrazo a Tio, Leydi. No sabes lo orgullosos que me siento a la distancia por la huella que el dejo entre sus alumnos que fueron, como todo buen maestro, su mejor obra. Ustedes, sus flechas…
    Un fuerte abrazo
    JG

    1. Gracias. Julio García Luis es una persona muy querida dentro del gremio de periodistas. Yo aún hablo de él en presente. Me entristece pensar en aquel día, cuando por teléfono me dijeron de su muerte, justo horas después de haberlo visto.
      Para muchos fue como la muerte de un familiar, de alguien tan cercano!! Es uno de los seres humanos más completos que he conocido, más éticos, y más entreñables.

  11. Acabo de leerme tu Botella de hoy, y tuve que volver a esta. Julito tampoco fue mi decano, sino el periodista admirado, el hombre sencillo que me recibía en su oficina a cualquier hora y el dequi de tantos de mis alumnos. Se puede llorar también mientras se escribe, e incluso dos años después.

  12. Pingback: Botellas al mar

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