¡Qué alivio!

La primera vez que tuve un comentario en mi vida –que diga, en mi blog- decía: “Quienquiera que seas, esto me ha conmovido. Lo compartiré en mi muro de Facebook, para que otros se emocionen como yo. Y me quedo con la ruta de tus botellas, para no sentir la sed… muchas gracias por tan buenos estrenos”. La firma era de una tal María Antonieta.

¿María Antonieta? ¿Cómo habría llegado tan pronto a mi blog? ¿Y quién es, so yo no conozco a nadie con ese nombre? Qué intriga, y no había ni una foto que la identificara.

Así poco a poco fue colándose en mi blog y en mis afectos, y al término del 2011 su nombre era uno de los que más me notificaba wordpress en los comentarios, ya no como María Antonieta, sino como nubedealivio.

¿Nube de alivio? Sí, porque para ese entonces ya ella se llamaba María Antonieta, Tunie o Nube, y tenía un blog, uno que pronto enlacé con gusto junto al de otros camagüeyanos en Muelles de Puerto Príncipe.

Hace poco, cuando cité varios nombres en una botella, y luego tuve que hacer otra para redimirme, olvidé incluirla. Entonces cuando rectifiqué me escribió: “Ley, yo no reclamé pero por orgullito, que conste que sí me di cuenta enseguida. No te preocupes por los reclamos, eso es síntoma de ser querido y necesitado por otros. Gracias por incluirme esta vez, yo soy una orgullosísima embotellada de tus letras”.

Ella dice haber encontrado, junto a su amiga la Mariposa, una botella mía en una playa camagüeyana. No me extraña que a las buenas personas les toquen botellas con mensajes, canciones de Carlos Varela y un post en otro blog amigo. Tampoco me extraña que hoy le dedique una botella a ella solita, si es que esta María Antonieta es el alivio hecho nube.

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